sábado, agosto 18, 2012

Centro de la ciudad de México


Llegando por Luís Moya, que cuadras atrás se llama Dr. Vertiz, se arriba a la Alameda. La ciudad se está reconstruyendo. Las personas caminan por el arroyo vehícular. Multitudes caminan por las calles cerradas al tránsito de vehículos. Por el Eje Central circulan o lo cruzan los sistemas de transporte terrestre: Trolebús y Metrobús. Sobre ese Eje un vendedor ofrece: Bara, bara, llévese la USB de 8 Gigas por 100 pesos, a 100.

Comparten el espacio edificaciones de la época virreinal, del siglo XX como la torre Latinoamericana y del siglo XXI como el moderno edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

La tarde termina y la ciudad se va iluminando con electricidad. La noche va llegando y partimos.

Av. Dr. Vertiz


Calle Luís Moya








Paseo de la Reforma y Plaza de la República





jueves, agosto 02, 2012

Tianguis chilango


Salgo a buscar el diario. Camino y me veo y veo el tianguis que me rodea. No localizo el kiosco de revistas y periódicos. En la acera, a penas un estrecho pasillo permite caminar. Sólo la escalera de acceso a un templo no tiene puesto de expendio de mercancías. Por fin, ahí entre todos los puestos de ropa, artesanías, frutas y verduras, chiles secos y moles, cazuelas de salsa y chicharrones hirviendo y comensales disfrutando de sus tacos, ahí está. Pido tres diarios y sólo hay dos, el Reforma no lo trabajamos me dice la señora que atiende diligente desde el interior del kiosco, no aceptan devoluciones y la comisión es muy baja -la derecha, en este caso ilustrada, siempre por sus intereses, los del lector no importan tanto, el negocio es el negocio-.

Sigo avanzando entre los puestos del tianguis. De fondo escucho una música de cilindro, pero no veo dónde está el ejecutante. Un breve alivio, el tianguis termina y hay un puesto de nieves, pido una de limón en vaso chico. Disfrutando de la refrescante nieve voy de regreso, por ello no puedo operar la minicámara, además no me atrevo entre la gente que camina haciendo sus compras. Ropa de niñas y de niños en puestos exclusivos, de damas, camisas para caballeros, cinturones y billeteras en estos tiempos de escasez. Naranjas y pomelos en pirámides, granadas abiertas y granos rojos en vasos de plástico. Lienzos de chicharrón, pescados y camarones en hielo. 





Un hombre rellena unas capsulas con un polvo en un puesto en el que se exhibe una serpiente disecada, enroscada y la cabeza levantada y trozos de piel de esa especie. Ropa deportiva, un puesto exclusivo con playeras y más prendas de los Pumas, ropa femenina intima exhibida: múltiples colores y formas, toda una galería del diseño que no es visible al portar en la calle.

Puestos de plantas que sustituyen de manera efímera a las que debieran estar sembradas en los breves espacios que las banquetas originales tenían para ello y que los constructores de edificios de departamentos han ido cubriendo de concreto con la complacencia de las autoridades delegacionales. Salgo del tinguis y sigo caminando.